¿No puedes dejar de pensar en algo que te hace sentir mal?

A este tipo de pensamientos se les conoce como “rumias mentales” porque se repiten una y otra vez. Si bien en algunos casos no generan mayor problema, en otros pueden causar un malestar importante y asociarse a ciertos trastornos mentales.

Si estás o has experimentado esta situación, debes saber que existen diferentes estrategias para manejarlos. De este modo, podrás reducir la frecuencia con que aparecen o incluso hacer que desaparezcan por completo.

 

¿Por qué no puedo dejar de pensar?

Una de las funciones de nuestra mente es pensar. Por lo tanto, intentar que la mente no piense o esté en blanco es como pedirle a los pulmones que dejen de respirar. Lo que puedes hacer es aprender a controlar esa función. Así como podemos intencionar un tipo de respiración que puede ser más profunda, más consciente, con apnea, etc; también podemos intencionar un tipo de pensamiento y redirigir tu mente.

Puedes elegir pasar de un pensamiento rumiante, negativo y abrumador, a un pensamiento ligero, positivo y amoroso.

 

¿Cómo identifico un pensamiento rumiante?

Los pensamientos rumiantes son ideas que aparecen de manera “invasiva” en nuestra mente y se fijan. Es como si el cerebro entrara en un “bucle cognitivo”. A veces, se trata de ideas positivas, cómo cuando nos alegramos de recibir una buena noticia y pensamos constantemento en eso. Sin embargo, en muchos otros casos, se trata de pensamientos que causan angustia porque se asocian con situaciones adversas (y digámoslo, a nuestro ego le encanta ese tipo de pensamiento rumiante, que es más dramático y negativo. Le gusta alimentarnos de las mismas historias, que por cierto siempre son terribles y nos llenan de angustia, dudas, miedos e inseguridades).

El estrés, la ansiedad y la depresión son estados que podemos relacionar justamente con ese tipo de ideas rumiantes y negativas, ya que los pensamientos refuerzan el malestar emocional y esto a su vez promueve la rumiación mental. Este es el mecanismo que suele verse cuando no puedes dejar de pensar en algo que te angustia.

Estas formas de pensar, a menudo negativas e inconscientes, nublan nuestra percepción y limitan la forma en que nos experimentamos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros tiene una forma de pensar que puede llegar a resultarnos tan familiar que la confundimos con lo que somos o, simplemente, con “cómo son las cosas”.

Por eso es importante recalcar que nuestra mente distorsiona la realidad. La realidad es distinta de cómo la vemos, ya que es una construcción de la mente. Es a través de nuestros sentidos que construimos nuestro propio mundo, pero aquello que creemos real simplemente son hipótesis creadas por nuestro cerebro en escasos milisegundos y sin ninguna comprobación.

Estamos constantemente interpretando lo que vemos y lo que nos sucede. Por lo tanto, muchos de esos pensamientos rumiantes son solo eso, pensamientos. Son representaciones de la realidad en nuestra mente, son ideas; pero NO es la realidad misma.

La buena noticia es que no tenemos por qué ser víctimas de esos pensamientos rumiantes o de las historias que nuestra mente/ego nos cuenta y nos hace creer sin cuestionar absolutamente nada.

Uno de los mayores regalos de la meditación es reconocer que nuestra mente crea nuestra experiencia de la vida y al aprender a transformar el lente de nuestra mente, nuestras vidas son elevadas y transformadas.

Es por eso que quiero compartirte 5 pasos sencillos para transformar patrones mentales que puedes empezar a poner en práctica en este mismo momento:

1.- Reconoce que no eres tus pensamientos

Para aprender a utilizar tu mente conscientemente debes practicar reconociendo que tus patrones de pensamiento no definen quién eres. Son sencillamente una forma de utilizar la mente que has desarrollado (a menudo inconscientemente) y que has repetido tanto que te resulta “natural” y familiar.

2.- Observa tus patrones de pensamiento a lo largo del día

La consciencia es la puerta de entrada a la transformación. Practica la auto-observación. Observa tu actividad mental a lo largo del día y fíjate en qué patrones dañinos pueden aparecer. ¿Cómo te hablas? ¿Tiendes a empezar siempre el día criticándote? ¿Tiendes primero a pensar en lo que podría salir mal? ¿Buscas formas de demostrar que los demás te juzgan? Simplemente fíjate. Toma consciencia de esos patrones mentales.

3.- Entrena tu mente con la meditación

La meditación es la práctica más eficaz que conozco para auto entrenarse a redirigir el foco de la mente. Al volver continuamente a un punto de enfoque como la respiración, un mantra o una sensación física, tú, como ser consciente, aprender a ser el que dirige la mente, y no al revés. “Tú eres la conciencia testigo que observa los pensamientos que surgen en tu mente”. Puede que observes imágenes, recuerdos, anticipaciones, deseos…, date cuenta de cómo surgen espontáneamente, de cómo permanecen unos instantes y luego se van…, sin esfuerzo, sin lucha, sin suprimirlos, eres un testigo de todo ello.

4.- Redirige tu mente 

Ahora que eres más consciente de los patrones de pensamiento negativos que tienes, piensa hacia dónde te gustaría dirigir tu mente. Elige un patrón mental o hábito de pensamiento que te gustaría cambiar y piensa con qué te gustaría sustituirlo. Tal vez sea un pensamiento de gratitud o centrarte primero en la solución cuando te enfrentas a un problema. Tal vez se trate de reconocer tus puntos fuertes o de centrarte en los cambios positivos que deseas hacer.

5.- Repite

La mente se entrena mediante la repetición. Lo que pensamos una y otra vez acaba convirtiéndose en un patrón mental. Por lo tanto, para crear nuevos patrones mentales, debemos repetir un pensamiento continuamente hasta que se convierte en una forma automática de pensar.

 

Además existen otras estrategias que personalmente me ayudan y que pueden servirte para cuando aparezcan esos pensamientos rumiantes:

No intentes suprimirlos

Todos hemos sentido la tentación de intentar acabar con una idea rumiante enfrentándonos directamente contra ella con autoinstrucciones del tipo, “ey! basta, no pienses más en eso” o “deja de darle vueltas”. No obstante, esta es una estrategia poco efectiva porque en realidad no estamos haciendo nada para trabajar los pensamientos. Solo estamos intentando hacer fuerza mental contra ellos. Obsérvalos, acepta que están ahí y enfócate en el momento presente (que es la siguiente estrategia de la cuál te hablaré)

Enfócate en el presente 

Cuando no puedes dejar de pensar, te desconectas del presente, ya que estás reviviendo el pasado o anticipando el futuro. Es por eso que llevar tu atención al momento presente te puede ayudar con la rumiación (Pero recuerda, es un entrenamiento el redirigir el foco de la mente. Se requiere de práctica)

Esto lo puedes hacer mientras realizas diferentes actividades, como por ejemplo lavarte los dientes. Lo único que necesitas es colocar toda tu atención en la tarea que estás ejecutando. Escucha el sonido del agua, siente el contacto del cepillo con tu diente, concéntrate por completo en esa actividad. Verás como dejas de escuchar esas ideas por un rato y su importancia se reduce.

A eso se le conoce como mindfulness o atención plena. Es un ejercicio terapéutico que sigue los mismos principios de la meditación. Te comparto aquí una investigación que abordó la relación entre el mindfulness, la rumiación y la reflexión en la vida cotidiana.

Los resultados comprobaron que cuando alguien desarrollaba un estado de atención plena, la rumiación no incrementaba las emociones negativas. Por lo tanto, está demostrado que esta práctica es útil para mejorar la adaptación emocional y bienestar. Hazla parte de tu día a día.

Realiza ejercicio físico

Hay estudios recientes sobre el ejercicio físico y la regulación del malestar emocional (Bernstein y McNally – 2018), que demuestran qué ejercitarnos puede atenuar la rumiación del pensamiento y otros síntomas del estrés. Si lo practicamos de manera regular, podemos elevar nuestra resiliencia para lidiar con situaciones estresantes.

Para esto, no es necesario que te inscribas en un gimnasio o que corras una maratón. Lo ideal sería buscar alguna actividad física que te parezca interesante y que te ayude a mantenerte en movimiento. Los efectos del ejercicio en la salud mental pueden notarse incluso desde la primera sesión y si eres constante, pueden prolongarse. Intenta que se transforme en un hábito, y para eso debo hacerlo de manera constante. Partirás como avión, luego vendrán las resistencias mentales conocidas como “excusas” (no tengo tiempo, estoy cansado, no tengo plata, no tengo ropa…etc, etc, etc). Te invito a comprometerte contigo mism@, así como te comprometes con tu trabajo y con todas las demás personas .

“Si no tienes ganas de hacer ejercicio físico, hazlo igual”, tu cuerpo físico, mental y emocional requiere de movimiento para cambiar de estado (e-motion=energía en movimiento), y de seguro te lo agradecerán.

Busca música relajante

Como te mencionaba al principio, si no puedes dejar de pensar es probable que estés estresado o angustiado. Por esa razón, es necesario crearnos condiciones relajantes que ayuden a reducir el malestar y la rumiación. De este modo, la música puede ser un gran aliado para calmarte, sobre todo la de tipo instrumental con sonidos de naturaleza (ahí es cosa de gusto… pero regálate algunos minutos de escuchar música que te haga sentir bien, relajad@, que te transmita disfrute, placer y alegría si así lo necesitas)

Consigue ayuda profesional si la situación no mejora

Las estrategias anteriores pueden servir para reducir la frecuencia con que aparecen los pensamientos y eliminarlos. No obstante, cada persona tiene diferentes tipos de problemas que podrían vincularse con las ideas rumiantes. En algunos casos, estas recomendaciones pueden no ser suficientes para aliviar el malestar. Si es así, lo más aconsejable es buscar orientación profesional (realizar alguna terapia psicológica, holística, vibracional, coaching, etc). Creo que una ayuda y/o terapia siempre viene bien y puede ayudar a identificar de forma más precisa cuál es tu situación y qué puedes hacer al respecto.

 

Por último y no menos importante, quiero recordarte que cada uno de nosotr@s tiene la capacidad de crear una vida plena de libertad, alegría y realización.

 

“La clave de esa transformación reside en nuestro poder innato para entrenar conscientemente nuestra mente”

 

Un abrazo,

Iva

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